12/12/10

~ RENACIMIENTO ~

Durante el Renacimiento adquieren relevancia las molduras de distintos grosores que se tallan habitualmente sobre las maderas macizas de arcas, mesas, credencias, armarios y sillas dándole una riqueza complementaria al conjunto del mueble. Casi todo el trabajo del tallista se ejecuta sobre las tablas de madera maciza que van a formar el mueble. Los constructores de mobiliario podían seleccionar en los bosques próximos los ejemplares de árboles más aptos para ser talados en el momento en que su actividad biológica es más lenta y, por lo tanto, la madera tenía menos savia circulando con lo cual podían conseguir un secado de los tablones más resistente al agrietado y alabeos, curvaturas y revirados además de resultar éstos menos propensos a los ataques de insectos xilófagos, maderas éstas que hoy en día son casi imposibles de conseguir ya que la tala se efectúa en cualquier época del año.

Una vez concluido el secado de los tablones, proceso que podía durar varios años dependiendo de su grosor, los carpinteros y tallistas podían realizar con toda garantía su trabajo sabiendo que aquellas maderas iban a devolverles con su belleza todos los esfuerzos creativos que invertían en ellas. Se hacían también aparte pequeñas piezas de adorno y molduras que luego eran aplicadas sobre el lugar elegido encolándolas con colas animales y sujetándolas a veces con finos clavos hechos de la misma madera.  

Durante el Renacimiento el nogal fue la especie leñosa preferida para construir mobiliario no solamente por su magnífica respuesta al tallado sino por su amplia veta oscura y grano compacto cuyas partes lisas, como los tableros de las mesas, daban al mueble un aspecto señorial y elegante después del pulido y los  acabados protectores.

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