16/5/11

~ ROCOCÓ ~

El estilo Rococó generalizó la decoración de interiores con molduras de madera tallada y dorada con pan de oro que se aplicaban sobre los paneles de madera lacada, llamados boiseries, que decoraban las paredes en los salones más lujosos y con el fin de resaltar y enmarcar las maravillosas lacas.


Los tallistas van teniendo a su disposición gubias rectas y curvas con formas cada vez más complejas llegando a disponer en su banco de trabajo de más de cien modelos diferentes de estas herramientas lo cual les capacitó para llevar a cabo verdaderas obras de arte en mobiliario.


Espejo Carlos III.
Talla de rocallas, tornapuntas,
hojas y flores.
Numerosos artistas se dedicaron a realizar diseños de inspiración vegetal ricamente complejos que después los tallistas ejecutaban para decorar mobiliario de todo tipo: espejos, candelabros, consolas, escritorios, asientos y poltronas, armarios y vitrinas entre otros.


Para ejecutar estas obras que parecen estar suspendidas en el aire o trepar airosamente por los contornos consiguiendo relieves, volutas y racimos nunca antes vistos. La obra ha de ser diseñada cuidadosamente con un plan de ejecución por secciones que van tallándose por separado para ser ensambladas después unas a otras según el plano del diseño, encolándolas e insertando en las tallas de mayor volúmen unos pernos o clavos, habitualmente hechos de madera, para conseguir mayor sujeción.


Podemos hacer una dostinción entre los objetos que van a ser posteriormente dorados y los que van a exhibir la madera mostrando sus vetas y textura natural. En el primer caso el tallista puede permitirse realizar diseños con gran profusión de volumetría ya que está utilizando las llamadas "maderas blandas" como el tilo y el aliso, entre otras, o semiduras, que facilitan la realización de estos diseños. Para el mobiliario que no va a ser dorado se sigue utilizando el nogal y prolifera el uso del ébano o la caoba procedente de las colonias de ultramar para realizar tallas y molduras en los muebles.


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8/5/11

~ PIEDRAS PRECIOSAS. FACETADO ~

SEGUNDA PARTE


A partir del siglo XIV se desarrolla extensamente el facetado de las gemas, conjunto de técnicas mediante las cuales se limitan estas por caras planas y pulidas, talladas de tal forma que se consigan los mejores efectos. Normalmente se aplica a piedras transparentes, mientras que las tallas de cabujón (limitadas por una o dos caras curvas) se reservan para piedras opacas, de mayor calidad y con efectos ópticos espaciales.




Aunque el facetado depende de la experiencia y buen gusto del tallista, algunas de ellas se han pensado como muy adecuadas a las propiedades físicas de un determinado mineral. En particular, la talla brillante es la más adecuada para aplicarla al diamante porque consigue con mayor eficacia que todos los rayos incidentes salgan por la corona. De este modo, en función de su índice de refracción, se consigue el mayor fuego, el mejor efecto de dispersión y el mayor brillo. No obstante, la talla brillante, como todas la demás, se puede aplicar a cualquier gema.


La obtención de ángulos adecuados de facetas de culata tienen suma importancia para el aspecto final de la piedra.


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