Leonardo Da Vinci modificó el modelo propuesto por Hero de Alejandría añadiendo una lente de cristal. La luz que provenía de esta nueva lámpara se lograba por una mecha que se quemaba en forma constante, y gracias a la lente, la superficie de trabajo recibía niveles de iluminación que permitían la lectura nocturna.
Se colocó un recipiente A más alto que la mecha, lleno de aceite, y con un orificio B, que pudiera abrirse y cerrarse a voluntad por medio del anillo C movido con el vástago D.
El físico suizo Aimé Argand patentó una lámpara con un quemador circular, una mecha tubular y una columna de aire con la que dirigiría y regulaba el suministro de aire a la flama.
En 1880 Bertrand G. Carcel añadió a este diseño una bomba con mecanismo de reloj para alimentar el aceite a la mecha. La lámpara de Argand se convirtió en el estándar de fotometría debido a la constancia de su luz. Posteriormente Benjamín Franklin descubrió que dos mechas juntas daban más luz que seo lámparas de una sola mecha.
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