Para una adecuada conservación de nuestros muebles antiguos debemos tener en cuenta las diferentes causas que producen su deterioro.
En esta ocasión haremos referencia a dos factores ambientales a los que debemos prestar atención: la humedad y la luz.
La humedad
La humedad relativa a la que debe estar expuesto el mueble ha de ser de 70% máximo y mínimo un 30%. Es importante minimizar las variaciones bruscas, en tanto nos sea posible, ya que las diferentes piezas de madera que forman el mueble sufrirán movimientos de dilatación y contracción por independiente. Observen cómo en los museos y colecciones de arte utilizan frecuentemente humidificadores para el control de la humedad en las salas de exposición.
Por tanto es recomendable controlar la calefacción de las estancias donde se encuentren los muebles.
Un ambiente húmedo y cálido acelera el deterioro de ciertos materiales. El cuero, el papel, y los textiles pueden verse afectados, así como los metales y el mármol.
Todas las luces y en particular la luz natural del día emiten rayos ultravioletas que producen el deterioro de los colores de la madera teñida y natural y sobre todo de los textiles.
Debemos prestar especial atención al hecho de que la luz del sol directa sobre mueble provoca el calentamiento de la zona sobre la que incide evidenciándose el daño en el deterioro de las superficies, afectando a los barnices, lacas, y a las superficies encoladas.
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